Uno de los mas viejos y, tal vez por ello, efectivos axiomas de Hollywood dice que, si se tiene suerte al elegir los protagonistas, no hay pelicula mas imbatible que aquella que tenga a un niño pequeño o a un animal como atraccion principal para el gran publico que es, en definitiva, quien elige.
¿Esto es cierto? Pueden citarse varios ejemplos, tanto en cine como en television, que confirman esta aseveracion dandole el status de clasico dentro de la gran cantidad de sentencias que circulan dentro y sobre el mundo del cine; especialmente si tenemos en cuenta que todos nos acordamos de la adiccion que nos producian las interminables aventuras de Lazzie o, mas cercano en el tiempo, Willy, la ballena.
Sin embargo, algo a lo que no suele hacerse mencion es al hecho de que colocar a un niño o a un animal en un set hace que todo el trabajo sea mucho mas complicado porque, al no estar acostumbrado a trabajar rodeados de mucha gente, con luces fuertes en su rostro y sonidos perforando sus oidos, los problemas no tardan en surgir.
En sus memorias, Charlton Heston recuerda como un camello, enojado por el ruido, giraba para morderle la rodilla en los parates de una filmacion sin que él pudiera detenerlo y, peor aun, mientras filmaba una pelicula en Alaska debia soportar que, sin previo aviso, los perros que conducian su trineo se ensarzaban en terribles peleas para ver quien era el lider de la manada (algo que, por supuesto, al ver el film los espectadores no pueden ni siquiera adivinar).
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